Sales: 3D experience (versión español)


¡Hola a todos y bienvenidos de nuevo! Hoy os voy a contar la historia de porqué odio ir de rebajas, y cuando digo ir me refiero al verbo ir en su sentido literal, que según la RAE es:

intr. Moverse de un lugar hacia otro apartado de quien usa el verbo ir y de quien ejecuta el movimiento. 

Eso es, moverse. Ir a las tiendas. Todo comenzó hace dos días, cuando una joven, inexperta e ilusa Pepa decidió darse una vuelta por las tiendas para ver si encontraba alguna ganga. Tonta de mí. Cada año por estas fechas me digo a mi misma "No volveré a ir de rebajas" y cada año lo incumplo. Es como mi kriptonita. 

Pues bien, ahí estaba yo, con mis auriculares puestos y armada de paciencia, pues sabía que habría muchísima gente y que estaba yendo a sufrir. Lo sabía, pero me dio igual. Me dirigí una de mis tiendas favoritas para ver si tenían unos pantalones que había visto en la web y que me tenían enamorada. Un modelo capri, tobillero, con cuadros verdes botella y azul marino. Fabuloso. 

Tras atravesar Gran Vía a contracorriente -los que no estéis familiarizados con ella, debéis saber que da igual el sentido que toméis, el resto del mundo, congregado allí con la única finalidad de ocupar espacio, irá siempre en el sentido contrario-, llegué a la tienda. Puff...mucha gente -me dije- pero no me pudo la pereza y me adentré en la guarida de la bestia. 

Tras abrirme paso entre hordas de mujeres, hombres, niños y ancianas con artritis que parecen gacelas cuando algo está al 50%, los encontré. Ahí estaban. Les miré, me miraron y me sonrieron. Puede que esta parte de la historia no sea completamente verídica, pero podría asegurar que brillaban irradiando calor, mientras un viento que parecía originarse en ellos me susurraba al oído "...pruébatelos....pruébatelos...." y yo, como cualquiera que haya visto Pocahontas y sepa que el viento suele tener razón, pues decidí probármelos. 

Tras 90 minutos de cola en el probador, por fin conseguí entrar. Ya estaba quemada, y ese cubículo apretado en el que solo hay una percha para colgar abrigo, bufanda, gorro y pantalones no ayudaba. Como pude, me quité los pantalones que llevaba y me puse los nuevos, todo esto sin quitarme los zapatos, porque ¡qué pereza da! y además...todos lo hemos hecho.

Ya está, abrocho el botón, subo la cremallera y me miro. ¿Pero qué coño es eso? Mis piernas, normalmente algo rechonchitas pero nada fuera de lo común, eran panorámicas, en 16:9, con dolby surround, 4D y con versión extendida del director. ¿Qué estaba ocurriendo? Para que lo comprendáis mejor a continuación una foto explicativa:


Esto estaba pasando. Me bajaba los pantalones y todo volvía a su lugar, me los subía y me achataba. Desesperación. Me los quito maldiciendo a todo aquel que algún día he conocido. Putos pantalones, putos cuadros, putos zapatos que no me dejan sacarme los pantalones, puta incomodidad cuando finalmente tengo que quitarme los zapatos y trato de mantener el puto equilibrio con la puta punta del puto dedo gordo del pie para no tocar ese puto suelo. En bragas, recordando el porqué el año anterior decidí no volver a ir de rebajas y sin poder creer la cantidad de tiempo que he pasado en la cola del probador, me siento en el taburete y enormes lágrimas de desesperación comienzan a brotar de mis ojos. 

Recuerdo cuando era pequeña y me puse malita en el cole, me hice caca encima y tuve que esperar que mi mamá viniera a rescatarme. ¿Podría hacer eso ahora? ¿Llamar a mi madre y decirle que me sacara de aquí, me abrazara y me dijera que todo va a salir bien? ¿Podría? ¿Vendría ella? 

Finalmente, con mi último atisbo de dignidad, me di cuenta del aspecto que tenía, en bragas y sollozando porque esos putos pantalones me quedaban como el ojete. Me miré al espejo y me dije:
"eres una mujer adulta, compórtate como tal. Ponte los pantalones y sal con la cabeza bien alta. Busca refugio en tu casa y el año que viene....¡No vayas de rebajas!"

Y así amigos es como, a mis 24 años (increíble), llore desnuda en un probador y juré que jamás compraría en rebajas algo que hubiera que probarse. Sigo permitiéndome adquirir complementos y zapatos, por ahora. 
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Pepa.xx

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